viernes, 15 de junio de 2012

EL ZIGURAT


En la gran llanura de Mesopotamia, regada por el Tigris y el Eúfrates, los asirios desarrollaron una arquitectura monumental, a escala de la magnitud de su imperio, construida con el único material que el país poseía en abundancia, la arcilla. Con adobes crudos o ladrillos secados al sol y cocidos posteriormente se levantaron las viviendas humildes, los palacios de los monarcas y las gigantescas pirámides escalonadas, o ZIGURAT, que eran a la vez templo para la adoración del fuego y observatorio astronómico.


Sólo a los sacerdotes les estaba permitido el acceso a la parte alta de esta construcción elevadísima en la que existía un altar con una llama permanentemente encendida. En las noches transparentes, el cielo tachonado de estrellas parecía poderse alcanzar con la mano desde la cumbre del zigurat; allí pasaban horas y horas los sacerdotes, enfrascados en una observación que reportaría precisos datos astronómicos, la predicción de los eclipses y el estudio de las órbitas de los astros que se mueven en el firmamento.




miércoles, 13 de junio de 2012

El PRIMER HOMBRE SOBRE LA TIERRA


¿Cuánto tiempo hace que el hombre apareció sobre la faz del planeta Tierra? Muchos han sido los investigadores del pasado que han tratado de responder a esta pregunta. Hoy, a la luz de los descubrimientos más recientes, puede afrimarse que la primera criatura con apariencia humana pobló África del Sur hace 1,750.000 años. Se trataba de un ser de aspecto bestial que caminaba sobre sus extremidades posteriores y cuyo cerebro era tres veces más pequeño que el del hombre actual: el Australopiteco. Los restos de este homínido se han hallado hasta la fecha en algunos lugares de Pretoria, Rhodesia y Etiopía; las características de los huesos fósiles permiten imaginar que este hombre tan primario habitaba en la sabana, dedicándose a la caza de toda suerte de animales y a la recolección de las plantas silvestres y de los insectos que comía. Este antepasado del hombre utilizaba, para compensar la deficiencia de sus defensas naturales, huesos rotos y aguzados de una forma inteligente, los cuales hacían las veces de instrumentos aptos para cortar, punzar o desgarrar. La vida era para él una empresa muy dura; por doquier le rodeaban los animales hostiles, dotados de gran movilidad, de poderosas garras y colmillos, que amenazaban su existencia.


El australopiteco sólo pudo sobrevivir a sus ataques gracias a que poseía una inteligencia superior a ellos, mediante la adaptación al medioambiente en que vivía y desarrollando formas artificiales de defensa que no estaban al alcance de los seres irracionales. Sus herramientas eran toscas pero efectivas, eran el resultado de una mente capaz de imaginar nuevas formas de vida. Poco a poco, dichos seres se separaron del mundo animal al que pertenecían y consiguieron asegurar la subsistencia de la especie, la subsistencia de la especie humana. Desde este punto de partida la criatura racional no ha dejado de perfeccionarse; el australopiteco es el primer eslabón de la larga cadena que conduce a los grandes descubrimientos de la inteligencia del hombre, aquéllos que han hecho posible la técnica y la ciencia de nuestros días, cuyos logros no sabemos todavía donde nos conducirán.


martes, 12 de junio de 2012

LA GRAN MURALLA CHINA


La cuna de la civilización China fue el valle del Río Amarillo (Hoang Ho), cuyo curso se despliega en la parte noreste del país, precisamente en el área que durante toda la historia del imperio chino iba a constituir su centro político. La capital de las tres mayores dinastías chinas, la Chu (años 1122 a 256 antes de Jesucristo), la Han (206 a. de J.C.-220 de la era cristiana) y la Tang (años 618 a 906), estuvo en la ciudad de Tsinan, a orillas del Hoang Ho en la provincia de Shen-si; posteriormente, bajo las dinastías Yuang, Ming y Ching, Pekín se convirtió en residencia del emperador y de los altos dignatarios de la corte, pasando a ser la primera ciudad de China. La historia de esta gran nación del Extremo Oriente está condicionada en todas sus épocas por el peligro de invasiones de pueblos bárbaros procedentes del norte; el resto de su territorio era inexpugnable; al suroeste se hallaba protegida por la alta meseta del Tíbet y por la cordillera del Himalaya, la jungla la aislaba del sudeste asiático y el mar de cualquier peligro que pudiera venir del este. Desde el año 1,000 antes de Jesucristo los gobernantes chinos tuvieron que sufrir la amenaza de invasiones norteñas, que se materializó, tres siglos después, en la penetración de los Shienyun, es decir, del pueblo que en Occidente recibiría el nombre de Hunos y en los ataques de las tribus Jung del noroeste; todas estas circunstancias obligaron a los emperadores Chu a trasladar temporalmente su capital a Loyang. A comienzos del siglo III antes de Jesucristo, el poderoso reino Yen, situado en la región de Pekín, tomó la iniciativa de erigir una enorme muralla que defendiera sus tierras de las invasiones bárbaras. Sin embargo, los principales Yen fueron derrotados por el fundador de la dinastía Tsin, a la cual se debe la unificación de China entre los años 246 y 207 antes de Jesucristo. Por estas fechas se llevó a término el proyecto de levantar una Gran Muralla en la frontera norte del país, esta obra ingente sigue todavía de pie.



sábado, 9 de junio de 2012

PERSEO


Perseo (en griego antiguo, Περσεύς) significa “destructor” y era un héroe griego antiguo. Perseo era hijo de una mujer mortal, Dánae (hija de Acrisio, el Rey de Argos) y del gran dios Zeus, (el Rey del cielo) siendo así, un semidiós de la mitología griega.

El padre de Dánae, el rey Acrisio, había sabido por un oráculo que algún día su nieto lo mataría y, aterrorizado, apresó y encarceló a su hija en una torre de bronce o en una cámara subterránea de bronce para mantenerla casta, sin embargo, el rey de los dioses, Zeus, entró en la prisión disfrazado de aguacero de lluvia de oro, dejándola embarazada, y el resultado de su unión fue Perseo.

Cuando Acrisio descubrió que Danae había dado a luz a Perseo, hizo que tiraran a la madre y al hijo al mar en una caja de madera, el mar fue calmado por Poseidón a petición de Zeus y ambos sobrevivieron.

Alcanzaron la costa de la isla de Sérifos, donde fueron recogidos por un pescador llamado Dictis, siendo éste, hermano del rey de la isla, Polidectes, quien crió a Perseo. Dictis fue para Perseo como un padre.

Perseo creció allí fuerte y valiente, más tarde, Polidectes se enamoró de Dánae.

Pensando que el joven Perseo podía ser un estorbo en sus planes intentó librarse de Él, enviándolo a una misión que parecía mortal: traerle la cabeza de Medusa, la más temible de las tres hermanas Gorgonas, la cual podía convertir en piedra a los hombres sólo con su mirada.

Perseo no aceptó esta peligrosa misión porque deseara adquirir gloria personal, sino porque amaba a su madre y estaba dispuesto a arries­gar su vida para protegerla. Perseo necesitaba la ayuda de los dioses para vencerle; y Zeus, su padre, se aseguró de que le ofrecieran esa asistencia. Hades, el rey del inframundo, le prestó un casco que hacía invisible al portador; Hermes, el Mensajero divino, lo proveyó de sandalias aladas, y Atenea le dio la espada y un escudo especial pulido con tanto brillo que servía como espejo.

Así, Perseo partió, guiado por los dioses Atenea y Hermes, en busca de las hijas de Forcis, las Grayas, tres ancianas que sólo tenían un mismo ojo y un mismo diente y que compartían pasándoselos una a la otra. Perseo les arrebató el ojo y el diente, obligándolas a confesar donde estaba situada la residencia de las ninfas a cambio de devolvérselos.

Encontrando a la las ninfas y con la ayuda de estos objetos, logró introducirse en la residencia de las gorgonas, que, como las Grayas, eran hijas de Forcis. Mientras estaban dormidas, se acercó a ellas, Atenea guio su mano y usó su escudo de bronce como espejo para lograr cortar la cabeza de Medusa sin tener que mirarla, depositándola después en una bolsa. De la sangre de Medusa nació el caballo alado Pegaso y también el gigante Crisaor.

Después de aquello, Perseo salió del palacio de las gorgonas. Esteno y Euríale, hermanas inmortales de Medusa, lo buscaron, pero sin encontrarlo, ya que el casco lo volvía invisible.


Durante el viaje, Perseo encontró a una doncella hermosa llamada Andrómeda encadenada a una roca, lugar donde había sido dejada por sus padres, los reyes Cefeo y Casiopea para ser devorada por el monstruo marino Ceto que había sido enviado por los dioses como castigo debido a que Casiopea se había jactado de ser superior en belleza a todas las Nereidas.

Un oráculo de Amón había dicho que solo si Andrómeda era ofrecida como alimento al monstruo, se verían libres de él. Perseo se enamoró de Andrómeda y decidió liberarla, por lo que tras pedir su mano a Cefeo y Casiopea mató al monstruo con su espada o, según otras versiones, petrificando una parte del monstruo al mostrarle la cabeza de Medusa.


Después, regresó con Andrómeda para presentársela a su madre.

Dictis y Dánae se habían refugiado en el templo de Atenea huyendo del acoso de Polidectes. Perseo se presentó ante Polidectes y ante toda su corte, sacó la cabeza de Medusa y se la mostró, quedando todos petrificados. Luego puso a Dictis como rey de Sérifos y devolvió a Hermes las sandalias aladas y el casco, mientras que dio a Atenea la cabeza de Medusa, la cual montó en su escudo, con lo que en adelante se con­virtió en su emblema.

Después decidió regresar a Argos, junto a Dánae y a Andrómeda.

Acrisio se enteró de que su nieto viajaba para encontrarse con él y puso tierra de por medio, encaminándose a Larisa, donde se puso a presenciar unos juegos. Perseo también acudió a esos juegos y participó en lanzamiento de disco. Cuando lo tiró, lo hizo con tan mala fortuna que golpeó a Acrisio en la cabeza y lo mató, cumpliéndose así la profecía.

Debido a esta muerte accidental, Perseo no quiso seguir gobernando su legítimo reino, Argos. En con­secuencia, intercambió los reinos con su vecino, el rey Argos, y construyó para sí una ciudad poderosa, Micenas, en la que vivió largo tiempo con su familia en amor y honor.

Perseo y Andrómeda lograron finalmente casarse y llegaron a tener siete hijos: Perses, Alceo, Heleo, Méstor, Esténelo y Electrión, y una hija llamada Gorgófone.

Perseo es una imagen de algo que hay en nuestro interior y que puede alcanzar metas sin hacer que sufran los que no tienen culpa. Castiga sólo a los que merecen castigo y siempre honra y respeta a los dioses. Devuelve sus dones, porque sabe que es mortal y no tiene ningún derecho a exigir atributos divinos. Ya al final de la historia se comporta con sensibilidad, renun­ciando a su reino de pleno derecho, a causa de la desgraciada muerte de su abue­lo. Es capaz de perdonar a Acrisio por su odio corrosivo y no se siente obligado a buscar venganza. Quizá por eso viva mucho tiempo y felizmente con su madre, su esposa y sus hijos, que es algo poco usual en el mito griego.

Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Perseo
http://www.proyectopv.org/1-verdad/perseo.html
http://www.windows2universe.org/mythology/perseus.html&lang=sp